Desde
su primera muestra individual presentada en Lima (Galería Forum,
2001), la escultora peruano-alemana Herta Seibt ha desarrollado una
actividad artística consecuente y sostenida que se ha situado,
hasta cierto punto, en una zona límite. “Líneas”,
la primera exhibición que presentó ante el público
peruano, ya ponía en evidencia los vectores maestros de su
propuesta plástica.: del mismo modo que los objetos que presenta
actualmente en E-Werk bajo el título “Transformaciones”,
aquellos “móviles” de la individual limeña
—ensamblajes de hierro cuyas partes podían ser dobladas
o transformadas por el espectador a través del movimiento—
se ubicaban en una instancia problemática respecto de las diferentes
prácticas artísticas. Primero expuestos al proceso de
percepción como dibujos y después como esculturas, constituidos
como objetos instalados en espacios específicos que demandan
una interacción corporal y a la vez objetos ocasionales de
“performances” articulados a la propuesta de la artista,
estos móviles parecen habitar y deshabitar diversos predios
de la praxis plástica, manifestar una disrupción de
campos disciplinarios a través de una escenificación
paradójica: la continuidad de un trazado lineal en el espacio.
Una de las primeras sensaciones que genera la obra de Seibt a cierta
distancia es la de emplazar al espectador a un enfrentamiento con
un trazado que responde más a las soluciones del dibujo bidimensional
o, en un segundo momento, de un “dibujo en el espacio”.
Esa primera impresión, que activa la sensación del trazo
de un mandala que se podría tomar como la realización
de un orden o cifra del universo —y que acercaría la
obra de Seibt a la de pintores peruanos como Armando Williams—
se produce gracias a la subversión de muchas de las propiedades
del material soporte. A pesar de que se trata de tubos de hierro de
21 milímetros de diámetro y cuatro de espesor que sólo
pueden ser doblados con el calor de la luz autógena, su constitución
en el espacio da a lugar la coreografía de ingrávidas
formas escultóricas de reminiscencias tanto abstractas —en
el caso de las “líneas”— como orgánicas.
Ellas se expanden como emanaciones muy livianas de una extraña
organicidad. De pronto se tiende sabiamente una sutil narrativa: con
el paso del tiempo las “líneas” han dado paso a
las “semillas”, y éstas a los “frutos”
y “hojas”. La obra de Seibt, a su modo, se expande como
un propio ser orgánico y traza ante los seguidores de sus movimientos
la metáfora de un ciclo vital biológico. El nacimiento
del vocabulario plástico y su desarrollo es el de las propias
formas de las piezas, que han oscilado desde la inorganicidad a la
vida.
Esa propiedad proteica de los objetos tiene un poderoso correlato
en la dinámica que establecen con el espacio o los espacios
en los cuales se insertan. Los objetos de Seibt se “transforman”
de acuerdo a las condiciones de la propia arquitectura en un proceso
que si bien no puede denominarse propiamente instalación, reúne
muchas de sus condiciones. En el año 2004, por ejemplo, las
“semillas” de Seibt se inscribieron con audacia en la
masividad de una arquitectura tan poderosa como la del Museo de la
Nación de Lima. Ante su relación con las pequeñas
oquedades que mostraban las monumentales murallas del edificio, las
“líneas” asumieron resonancias capilares y se resignificaron
como emanaciones orgánicas de las propias formas del museo.
Los trabajos adquirieron, además, sentidos distintos debido
a la “performance” que sobre el espacio físico
de la exposición ejecutó la bailarina de danza moderna
Mirella Carbone, colaboradora habitual de la artista. Esa “transformación”
del objeto/escultura en objeto significante en estricta relación
a las necesidades corporales de quien interactúa con ellos,
está enfatizadas de modo estupendo en uno de los videos que
acompaña la presente muestra: de ser un dibujo abstracto en
dos dimensiones, el “móvil” deviene en objeto de
alteridad física al propio cuerpo humano y material especular
de los estados de ánimo de una persona. Finalmente, si pensamos
en el otro video de esta muestra —en que el propio objeto parece
cobrar por momentos valor cinético propio—, podemos deducir
que el objeto se ha terminado erigiendo en una forma cinética
independiente que opera cambios en su constitución a la manera
de verdaderos organismos vivos.
El espacio particularmente amplio de E-Werk ha llevado a Seibt a realizar
una de sus soluciones más radicales en el espacio: reconfigurarlo
completamente de acuerdo a las necesidades de desplazamiento y de
respiración de sus propias “esculturas”. El grado
de soberanía de la obra de Seibt no puede ser, entonces, mayor,
aun cuando “Transformaciones”, como su propio título
lo indica, pone el énfasis en el proceso y no tanto en los
propios objetos. Nos encontramos, pues, ante el devenir de una propuesta
artística tan cambiante y fluida como la fluidez y mutabilidad
de nuestra propia vitalidad. Como si la obra de arte fuera una extensión
sanguínea de nosotros mismos.
Jeremías
Gamboa Cárdenas
Boulder, Colorado, Oktober 2006